En la Edad Moderna existía un sector de la población que creía en la magia, adivinación, brujería, etc. uno de estos hombres fue Martín del Río, quien escribió Disquisitionum Magicarum. (Haga clic en el título de este artículo para verlo íntegro) La obra del padre Martín del Río es muy interesante. Su obra más importante fue el Disquisitionum Magicarum, Libri VI, los cuales se convirtieron en manuales para la inquisición europea de la Edad Moderna. En esta obra, la intención del autor era recopilar toda la información existente sobre la magia, y para ello hizo uso de cuantos elementos tuvo a su disposición, ya fueran elementos eruditos o de la tradición cultural de su época, con los que elabora una gran profusión de relatos, de corta extensión que aportan el argumento científico de la obra. Estos relatos siempre van colocados con suma precisión en aquel apartado de la obra en el que más interesara al autor, eso sí, teniendo siempre como trasfondo la magia negra. Además, suele emplear un orden en cada explicación, empezando por los relatos más antiguos, hasta emplear textos de su propia época. Es con esta fórmula anteriormente explicada como consigue dar contenido y forma a los seis libros que componen esta obra literaria, los cuales se escribieron en latín, la lengua científica de la época, lo que permitió que se extendiesen rápidamente por el resto de Europa superando aquellas barreras idiomáticas que suelen frenar a los libros escritos en lenguas romance. A esto se le ha de añadir que empleó fuentes del Norte de Europa, raramente conocidas por los autores españoles, gracias a sus largas estancias fuera de España. Así, observamos que el padre Martín del Río, para componer su obra, empleó un total de 1104 autores, siguiendo el modelo clásico de erudición consistente en la utilización y cita de una gran profusión de autores, por lo que podríamos destacar que su obra está fuertemente trabajada. Con todos estos autores busca tratar, como ya hemos hablado anteriormente, la magia negra, de manera que nos habla de brujas, maleficios, aquelarres, y toda una suerte de elementos mágicos y demoniacos, de manera que, junto a otras obras como el Maellus Maleficarum, los escritos de Martín del Río “marcaron pautas legales y eclesiásticas para todos los tipos de la magia”, aunque, sin embargo, primó en su obra su carácter humanista frente a su carácter legislativo. El problema contenido en la obra de Martín del Río es, sin lugar a dudas, que parece creer relatos cuyos propios autores anuncian que son inventados, de manera que la veracidad de cuantos hechos narra es más bien discutible al carecer, como parece, de un sentido histórico o realista de los relatos que expone. De esta manera, el padre del Río se une a aquella corriente de pensamiento que defendía como ciertas las afirmaciones hechas por el Maellus Maleficarum, sobre temas de brujería. Algo que nos parece sumamente interesante en la obra de Martín del Río es que durante el prólogo nos describe su época como un momento en el que la magia se está expandiendo, achacando tal fenómeno al auge de las herejías. Aquí se ve con gran claridad, ya incluso en la época, la relación que podía guardar la herejía con casos tanto de magia como de hechicería o brujería, crecientes todos ellos entre los siglos XVI y XVII. Desde luego, el contexto religioso de la época provocó que los recelos engendrados por uno y otro bando, la Reforma y la Contrarreforma, generasen una auténtica caza de brujas, por lo que el pensamiento de Martín del Río puede considerarse acertado. Un tema presente en su obra es el de la mutación de mujeres en hombres, mutación que se debía a la teoría de los humores imperante en la Edad Moderna en Europa, procedente del sistema galénico, ya que se pensaba que existían cuatro humores y que, mientras el hombre tenía los humores cálidos y secos, la mujer era fría y húmeda. A la mujer, por ello, se le consideraba imperfecta, por lo que se aceptaba que la naturaleza le permitiera masculinizar su sexo en busca de la perfección. Otro tema que, por ejemplo, se trata en su obra es el del pacto con el diablo, el cual nacería de una pretensión humana de trascender sus capacidades. Así, el hombre para conseguir aquello que más ansía, en un primer momento podría recurrir a Dios, pero si sus ruegos no fueran atendidos se inclinaría por pedir el favor del demonio, ya que este era el único ser capaz de dotar al hombre de un poder sobrenatural. El demonio también parece andar detrás de la herejías, las cuales son muy perseguidas en la época en la que Martín del Río escribe, al haberse producido la ruptura del cristianismo entre protestantes y católicos, tras la Reforma. Por ello, en una época en la que se persigue fuertemente al hereje, cobra gran importancia que la obra de Martín del Río relacione la herejía con la magia. Además, podemos observar como se nos especifica la pena con la que se castiga al individuo que peca de hereje, la hoguera, pena que, sin embargo, no cumplían todos ya que dependiendo de la importancia de la categoría social uno podía ser absuelto, de modo que los nobles condenados por herejes tenían mucho más fácil salir ilesos de una acusación de herejía. Otro tema tratado en el Disquisitionum Magicarum, Liberi IV, es el de la sexualidad, achacándose al demonio una suerte de coitos y concepciones antinaturales que tenían lugar no entre dos seres humanos, sino entre un ser humano y un animal. Sobre ello cuenta varios relatos, y en todos ellos se atribuye tales coitos a obra del demonio. Bibliografía: ZAMORA CALVO, MARÍA JESÚS (2000): “Los ojos temerosos y la lengua endemoniada: temática de los relatos tradicionales insertos en el Disquisitionum Magicarum Libri VI”, Castilla: Estudios de literatura, nº 25, pp. 147-155. LAURENTI, JOSEPH L. (1986-1987) “Martín del Río. S.J. (1551-1608): Obras localizadas”, Anales de Literatura Española, nº 5, pp. 231-247. ALONSO PALOMAR, PILAR. (1997) “La importancia de la magia a la luz de los libros contenidos en algunas bibliotecas particulares españolas de los Siglos de Oro (II Parte)” Castillas, Estudios de Literatura, nº 22, pp.7-22. CARO BAROJA, JULIO. (1970) El señor inquisidor y otras vidas por oficio, Alianza Editorial, Madrid, pp. 171-196.
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